M.A. Lobo Astur
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Los osos bailarines, víctimas de la miseria humana.
Los osos bailarines tienen su origen en India entre los siglos XIII y XVI. Los Qalandars, tribu nómada gitana, entretenían a las Cortes de los Reyes y a los Maharajás, exhibiendo a los osos. Esta práctica se extendió posteriormente a otros países de Europa del Este. Desde hace años los dueños y sus osos recorren pueblos y ciudades, divirtiendo principalmente a los turistas.
Van de ciudad en ciudad exhibiendo a sus osos a cambio de unas monedas, es su modo de vida.
En realidad los osos no bailan: se les enseña o mejor dicho se les obliga a mantenerse sobre las patas traseras, a balancear la cabeza de un lado a otro y a saludar con la pata.
Ejecutan su representación por miedo y por el dolor atroz que les produce una cuerda que atraviesa el hocico.
En India
Los cazadores furtivos conocedores de los bosques, buscan y vigilan una osa con crías recién nacidas. Cuando los oseznos tienen unas 4 semanas, esperan que la osa abandone su refugio en busca de comida, aprovechando para capturar a los oseznos.
Doman al osezno mediante el dolor, el terror y mutilaciones. Le queman las plantas de los pies para obligarle a mantenerse derecho. Le arrancan los incisivos y los venden como talismanes. Les castran con una navaja, sin utilizar anestesia.
A los 6 meses, utilizando una aguja calentada al rojo vivo le perforan el hocico.
El hocico parte muy sensible, es la clave del aprendizaje, por las perforaciones le pasan una cuerda o argolla para poder atarlo corto, produciéndole fuertes dolores para que obedezca.
Recorriendo varios kilómetros al día, malnutrido y maltratado, su esperanza de vida es de tan solo 8 años cuando la media en libertad es de unos 25 o 30 años. Muchos no sobreviven a tanto sufrimiento.
Esta práctica es ilegal en India desde 1972 aunque no fue hasta el 2002 cuando se empezó a luchar por salvar a los osos. Varios factores socioeconómicos y políticos dificultaron el cumplimiento de la ley.
Se puso en marcha un programa de reconversión profesional para los Qalandars. Los que entregan a los osos no son penalizados por la justicia. Otros los venden a traficantes, que negocian con su vesícula biliar, sus órganos y su carne muy cotizados en los mercados del Sureste asiático.
Se estima que aún quedan unos 700 osos bailarines en India.
Paralelamente al programa de reconversión profesional de los Qalandars, “Wildlife SOS” y “One Voice” crearon una unidad que lucha contra la caza furtiva y el comercio ilegal, “Forestwach”. Trabajan en colaboración con el gobierno y las comunidades locales.
Los osos recuperados, son trasladados al santuario de Agra. Están en cuarentena durante 3 meses. El equipo de veterinarios les retira la cuerda que atraviesa el hocico. Les curan enfermedades e infecciones.
Pasada la cuarentena, viven en semi libertad, se acostumbran a vivir con otros osos. Aunque traumatizados por años de suplicios, difícilmente disfrutan de su libertad.
Europa del Este
Capturado el osezno, le mutilan y le adiestran cruelmente. Le coloca una
argolla metálica en la nariz y las mandíbulas en las que sujetan unas cadenas para controlar y someter al oso. Cada vez que tiran de la cadena, obedeciendo al dolor, el oso se levanta y empieza a bailar.
¿Cómo sino un hombre puede someter un oso que puede llegar a pesar 300kg?
Colocan al osezno sobre placas metálicas calientes, y al alternar las patas para evitar quemarse aprende a “bailar”. Mientras su dueño toca la “galduka”, una especie de rabel. Los osos asocian música con dolor. Les emborrachan para que bailen con más alegría. Cuando los osos no actúan, son encadenados en un patio.
Varias asociaciones se han constituido para luchar contra esta práctica tan extendida en ciertos países. En Bulgaria, Rumania, Grecia, Croacia, Georgia han construido santuarios para osos. Se autofinancian gracias a donaciones y a la ayuda recibida de fundaciones y ONGs.
A pesar de sus esfuerzos, las asociaciones se encuentran con numerosas dificultades, y esto retrasa la desaparición de los osos “bailarines” como atracción turística en las ciudades o en los circos. Es muy difícil erradicar una tradición transmitida de generación en generación.
Las asociaciones ayudan a estos países a tomar consciencia de sus riquezas naturales, donde bosques y montañas casi vírgenes son el hábitat natural de una fauna libre y salvaje.
En el 2004 se inauguró en el Monte Rila (sur de Bulgaria) el mayor santuario para osos de toda Europa, el Parque Osos Bailarines de Belitza. En este proyecto trabajaron durante años la organización austriaca “Four Paws” (Cuatro Patas) y la Fundación Brigitte Bardot en cooperación con el gobierno búlgaro.
Situado a 1300m de altitud, en medio de bosques y con una superficie de 23hectareas, el parque dispone de varios lagos naturales donde los osos se pueden bañar, y grutas donde pueden hibernar. Se ha convertido en una popular atracción turística. Este santuario esta cerca del Monasterio de Rila.
“Four Paws” compra la libertad de los osos por 7500 euros. Les ayudan a recuperarse y a adaptarse a una vida de semi libertad.
Un equipo de veterinarios cura sus heridas y enfermedades. Les suturan las heridas producidas por las anillas en los tejidos blandos de las mandíbulas. Heridas que les provocaron cambios anormales en la estructura de la garganta, impidiéndoles alimentarse y beber con normalidad.
Otro problema importante al que se enfrentan los veterinarios es el mal estado de los dientes, causado por años de malnutrición.
A pesar de la labor de los profesionales por ofrecerles una vida digna, no olvidan su vida “anterior”, la osa Elena sigue bailando a veces, al son de una música imaginaria que solo ella oye.